domingo, 31 de octubre de 2010

El Día de los Santos

Puestos de flores en la Plaza del mismo nombre

Llega el final de octubre, con esas tardes cada vez más cortas, ese viento el que se huele la proximidad de la estación fría y con la festividad de Todos los Santos. Y hete aquí, que en esta Murcia del sureste, con gran disgusto, se nos ha colado de lleno el "jelogüen" de los U.S.A. Esta tarde me han tocado a la puerta y cuatro mozalbetes, dos de ellos con pelicos en los "güevos" me han dicho al abrir eso del truco o trato. ¡Qué disparate, Señor!

Posiblemente esos zagales y sus padres también, desconozcan que esta bendita tierra, el culto a las benditas Ánimas del Purgatorio tiene más recorrido y tradición que esos que nos quieren meter por el hocico. Tradiciones, desde la música, en donde las cuadrillas de Auroros, cantan en los distintos cementerios en memoria de los que ya no están, en especial por sus hermanos, pasando por el teatro, con ese Tenorio, que estoy seguro que ni han leído y el nombre de Zorrilla es para ellos la denominación de una guarrilla, terminando por la gastronomía y esos manjares que son el arrope, el calabazate, las gachas dulces, los huesos de santo, los buñuelos de viento y los tostones. Hoy en la huerta, en la casa de los abuelos de mi mujer, hemos probado un menú degustación, como gustan decir en los restaurantes "fisnos", de estos productos tan murcianos.

Pero si la gente no lo sabe, en el callejero murciano, en concreto en el lateral de la Iglesia de San Bartolomé-Santa María, se encuentra un azulejo en hornacina, que no estaría mal que las autoridades dieran un repasico, con el siguiente lema: "A las benditas ánimas no te pese hacer bien, que sabe Dios si serás mañana ánima también". Es una muestra clara de la relevancia en la sociedad murciana del culto a los difuntos, demostrable con la existencia de varias cofradías de ánimas, que se extinguieron en el tiempo.
Luego están las flores en Las Flores y Santa Catalina. Flores para los difuntos, llevadas por familias enteras a los cementerios, en los que pasan al pie del panteón, fosa o nicho, hasta el día entero. Es sin duda un homenaje al que no está.

Yo no soy de subir a cementerios. En parte porque me producen inquietud. Pero sin duda siempre llevaré en el recuerdo a aquellos que se fueron y que fueron parte de mi vida. Mis cuatro abuelos, mis titas y algún amigo.
Os tengo siempre en el corazón.

viernes, 1 de octubre de 2010

Un Camino diferente (III)

Saliendo de Triacastela, dirección San Xil

Amanecimos a eso de las siete. ¡Qué bien nos sentíamos después de descansar!. Desayunamos en la Calle de los Peregrinos y cerca de las ocho emprendimos ruta hacia Sarria.

El grueso del pelotón peregrino, opta por la variante de Samos, pero a mi y así se lo hice saber a mis compañeros de fatigas, la que me gusta es la tradicional, por San Xil. ¡Y no me equivoqué! Estuvimos toda la mañana andando solos. Disfrutando del silencio, roto únicamente, por nuestras pisadas sobre la tierra. Bosques de castaños y robles, con los troncos llenos de moho, síntoma de ausencia de contaminación. Creo que Nacho y Franchu disfrutaron mucho en este tramo y eso me alegra. El haber hecho el Camino antes y llevar contigo a neófitos, trae consigo esa parte de responsabilidad de intentar que lo disfruten de pleno en esa primera vez, que sin duda es la más especial. Bordeamos pequeños ríos, subimos por estrechas y empinadas corredoiras y disfrutamos de un tramo de naturaleza virgen y bellísima.

Al mediodía llegamos a Pintín, pequeña aldea ganadera. En Casa Cines, donde ya me quedé en el anterior Camino, hicimos nuestra típica y tradicional parada técnica. Allí conocimos a una chica, que no recuerdo su nombre, con las rodillas hinchadas y combatiendo el dolor a base de orujos. No hace falta decir, que ese, a partir de ese momento, fue su apodo: "la orujos". Nosotros seguíamos con nuestra dieta de Estrella de Galicia y los pistachos. ¡Mano de santo!

Después de media hora, reanudamos la marcha y creo que la cebada hizo efecto. Martín, en un alarde, empezó a entonar canciones varias. Pasando Calvor y ya cogiendo la senda que baja a Sarria, se unieron al coro un grupo de Málaga, una pareja de madrileños, dos alemanas y una familia de Lorca y realmente fue divertido. Creo que ese improvisado orfeón aceleró la llegada de la lluvia que nos recibió de forma intensa justo al entrar en Sarria. Nos hospedamos en un albergue privado y después de ducharnos y lavar, nos acercamos al lado, a una terraza para comer.

Comiendo en Casa de Dositeo. Buena gente.

Tablas de pulpo gallego, para después pedir caldo gallego y chuletas, regadas por tanques y tanques de cerveza. Invitamos a sentarse con nosotros a Adela, una chica andaluza afincada en Lorca, que iba por libre. Al rato de estar en el tugurio, Nacho ya se había ganado al dueño, que tenía por nombre Dositeo. El buen hombre nos obsequió con un orujo de brevas que destilaba él mismo. Muchas risas y un puntillo gracioso pillamos.

Dormimos siesta menos Martín, que siguió haciendo la ruta de los orujos de Sarria. Hizo "amistad" con un señor navarro, que era experto en arte de destilar licores varios. "El orujos". Ya teníamos a la parejica. Al levantarnos y después de ir a la iglesia a sellar, nos bajamos al Malecón a cenar en una pizzería. Seguía lloviendo y a las once estábamos recogidos. El día había sido largo pero muy divertido. En el barracón, dos osos cavernarios, a la derecha y encima mío, me dieron la noche.